viernes, 12 de diciembre de 2014

Rottelgrum visitado por su padre y por un médico


 Medita un instante

(No se puede,
has de tomar una decisión

esta tarde,
a lo sumo mañana,

¿A qué estás esperando?)


toma tu tiempo y respira,

respira,

no hay un lugar al que llegar

ni una imagen a la que ser fiel y seguir


( Debes tomar ese trabajo,

debes hacer lo imposible

por llevar un dinero a tu casa,

no importa otra cosa,

el trabajo es tu único ídolo)


Medita y respira

y comprende la vanidad de las cosas

-desprecia la seriedad de este mundo-


( -Así están las cosas,

hacer de cerrajero y de leñador

por la mañana

y atender el correo por las tardes


y luego estudiar- formarse, sí-

fetiche favorito de nuestra generación,

formarse y emprender

- no hablamos de surcar mares

ni de perseguir las reglas de Odiseo)


Nada debe quitarnos el sueño

y mucho menos las quimeras

-la vida es ruido y polvo

y quizá algo menos importante

que una novela de Faulkner-


( siempre es peor

no tener nada que hacer

y perder el tiempo -perderlo-

¿Haces acaso otra cosa,

ahí sentado, leyendo,

tomando notas,

como si aún a tus cuarenta y cinco

-o cincuenta, o setenta- años

tuvieras que aprender de nuevo

el alfabeto de este mundo?)


Respira.

Medita.

Afuera aúllan los cuervos.



Lo harán aún

por otra noche.


Y por otra.


Respira.

Medita.

Nada hay por lo que perder

el pequeño goce de la vida.


( El uniforme se halla

sobre la estantería azul.

No olvide nunca dejar las llaves

sobre la encimera de cristal).








miércoles, 3 de diciembre de 2014

Escritura



Y es así como se comunica

un cuerpo con el otro:

el de aquella extraña cavidad

que alberga mundos


y el de esta lámina sustraída

a una encina mutilada.


O lo que es lo mismo:

los ojos de Prometeo en el papel.


Pero es mejor así,

que no exista comunicación.


Dejemos que aquellos mundos

permanezcan en su cueva ósea

y que la piel del árbol,

vieja excreción del pergamino,

conserve su mutismo

y su vacío sin mácula.


En otras palabras,

amigos:


renunciad


a la tentación de la escritura.

martes, 25 de noviembre de 2014

(Turno de noche). Fragmento del primer capítulo.


Cerró la puerta con fuerza, arrojó las llaves donde pudo y fue directo al minibar. El objetivo era sencillo: emborracharse cuanto antes. Pero había un obstáculo para lograrlo con rapidez y con estilo: se había convertido en un manojo de nervios. Tomó el desconchador y lo clavó con violencia en el corcho. Cuando comenzó a girarlo, se dio cuenta de que la botella le iba a dar problemas; en efecto, ésta no sería tan sencilla de abrir como aquellas botellas malas que solía acompañar con la comida. Lo intentó un par de veces, pero la paciencia no era su fuerte. Para hacerlo todo más rápido, intentó sacar el corcho a tirones, con el resultado previsto: la otra mitad quedó enfangada en el cuello de la botella. Se lamentó, y aunque durante un segundo pasó por su mente la idea de comprar cerveza, lo intentaría una vez más con el vino. La idea ahora era hundir lo que quedaba del corcho, lograr que flotase en la espuma empujándolo hasta dejarlo caer por el cuello. Pero no era fácil. Entonces sucedió lo inesperado: al presionarlo, un chorro de vino escapó a través de la boca e inundó parte de la cocina y de sus propias manos. Volvió a hacerlo, casi inconscientemente, como quien sabe que va a cometer un error- pues a veces el error tiene tanta fuerza como la gravedad: nos lleva a su lecho una y otra vez-. En esta ocasión el chorro alcanzó su jersey y también un paño de cocina. 'Es como si fuera sangre'- pensó- y se dio cuenta de que cada vez que pinchaba en el corcho pensaba en un cuerpo, en un cuerpo en el que la presión de cada parte hiciera saltar un chorro de sangre. Finalmente logró llenar una copa, pero había tantos pedazos de corcho flotando que tuvo que tirarla. Dudó una vez más y pensó otra vez acerca de la cerveza. Llenó otra copa y en esta ya no se produjeron restos de corcho, aunque el bote principal ya flotaba en el fluido negro. -'Qué oscuro es el vino'- pensó, y se arrojó al sofá, encendió la televisión y absorbió aquel líquido amargo y caliente, que le produjo un escalofrío. Iba a ser una noche larga.

Mientras balanceaba la copa, su mente comenzó a divagar. El viento aullaba en el exterior y favorecía el pensamiento hipnótico, las imágenes fantásticas y el sueño, pero algo en su interior se resistía a la fuerza de la imaginación e insistía en devolverle su imagen, la imagen de un pobre hombre de treinta y tantos años sin meta en la vida, exiliado en una aldea perdida del país y cuya única tarea útil era vigilar cada cierto tiempo un rancho y un establo propiedad de un anciano rico y jubilado. Esta era la descripción oficial. En el paisaje de su mente todo era muy distinto, y el trabajo ocupaba la menor parte del tiempo. La mayor parte de las veces era víctima de sueños súbitos, y se levantaba en el lecho de un bosque o en la barra de un bar desorientado, aunque de hecho hubiera bebido poco alcohol. Estas experiencias comenzaron a suavizarse con la entrada del otoño, y ya llevaba algunas semanas sin padecerlas, algo que él evidentemente agradecía. Pero no por ello el resumen de su vida había mejorado en absoluto. Seguía siendo un inútil- a sus propios ojos, desde luego: el caso del corcho en el vino era la mejor prueba- y tampoco ésto parecía haber sido refutado por la gente que lo trataba. Lo peor en todo caso de nuestros fracasos es que nadie los refute, en último término, que nadie los niegue- y es que muchas veces lo único que esperamos es que los otros desmientan las espantosas percepciones que podamos tener sobre nosotros mismos; cuando esto no sucede, sobreviene el caos y la oscuridad. De este modo había pasado W.W. Wachternight, más conocido como 'Flaco', los últimos meses de su extraña existencia: primero a causa de la huida de su novia, que lo dejó en un estado traumático durante semanas, y después por haber fracasado como escritor y editor en todas las ciudades en que había intentado labrarse una fama. En plena crisis económica, le había surgido un puesto de guardador de fincas, y he aquí que, en un pueblo perdido del centro de los Estados Unidos, Flaco había construido su pequeña vida miserable, como una araña extiende su tela en la esquina sucia más imprevisible.

Hay muchas clases distintas de embriaguez. Las hay hipnóticas, reveladoras, pesadas, aburridas o indigestas, las hay alucinógenas, taumatúrgicas, las hay delirantes y las hay provechosas. La que buscaba Flaco habitualmente era esa que provee momentáneamente de una lucidez ausente por lo general de la reflexión consciente; no se trataba del sueño baudelariano y de la huida al paraíso de lo onírico, sino de aquello que precisamente define la experiencia de la vigilia pero que para seres como Flaco estaba vedado por principio: el juicio lúcido, la serenidad del espíritu. Paradójicamente, lo que buscaba Flaco cuando quería emborracharse no era la huida de la realidad, sino el ingreso en la misma; en sus estados de lucidez habituamente estaba ausente, perdido en sueños improductivos; era en contacto con el alcohol cuando por fin podía ver algo, como los murciélagos en la oscuridad. Esta vez, no sentía nada parecido, sino más bien lo que es corriente en las borracheras: una especie de estupor y de euforia, un agudo sentimiento de descontrol. De súbito se levantó y fue a pasear: antes de salir se pegó con el brazo en el quicio de la puerta, maldiciendo su suerte. Entonces golpeó con el otro brazo la puerta, pero volvió a dañarse, y esta vez maldijo con más ímpetu. Pero no era el único espectador de esta escena: enfrente, el viejo Marollai, un antiguo teniente jubilado y su único vecino en la ronda, le miraba perplejo. '¿Se encuentra usted bien, joven?'-dijo el viejo-. 'Sí, no se preocupe, gracias', contestó de forma fría Flaco, como si no fuera con él. Entonces se marchó de allí a paso cada vez más rápido.

Aunque no le gustaba hablar con los vecinos, hacía una excepción con Marollai. Era su único vecino en un par de millas, y reconocía ante sí mismo la necesidad de tenerlo cerca en las noches de tormenta. Marollai tenía dos casas; la mayor parte de las veces dormía en una que tenía en un poblado cercano, pero en ocasiones se quedaba a dormir en la que tenía enfrente de la casa de Flaco. En su interior, cuando ésto lo hacía, Flaco se alegraba para sí mismo; nada odiaba más que tener que dormir tan lejos de la civilización, tan solo. Por la misma razón, cuando Marollai decidía dormir en su casa de Freeheut, Flaco lo maldecía. En esas ocasiones, no le quedaba más remedio que acudir a la botella de vino como amigo y consuelo.

En general, Flaco odiaba todo lo que rodeaba su vida. Odiaba la soledad de ese pueblo, sus gentes apáticas y acomodadas, que pasaban su vida pegados a la barra de un bar bebiendo litros y litros de cerveza; odiaba a los cazadores, que parecían gozar de matar a pobres animales indefensos; odiaba a los jóvenes paletos que trataban continuamente de hacer valer su hombría; pero, por encima de todo, odiaba a las viejas que cuchicheaban en las esquinas, que hablaban de él, que lo juzgaban. Esto era tan obvio como que él se enteró de muchas cosas de su propia vida gracias a los chismes de las viejas, lo que no es tan paradójico como parece para quien tiene la experiencia de vivir en un pueblucho aislado. En el fondo de su imaginación, Flaco soñaba con la idea de quemar el pueblo entero con sus gentes incluidas, haciendo, quizás, la excepción con Marollai. Pero el párroco de la aldea, la vieja que vendía el pan, los viejos que maldecían la existencia desde la barra de los bares, todos ellos merecían morir sin ninguna duda, según los estándares morales de Flaco. Sin embargo, no se le ocultaba que de todos modos algo los ligaba a ellos: precisamente esa condición mísera del alma que también él encontraba en sí mismo. De modo que finalmente, concluía, cada cosa está donde debe estar, también yo junto a la ceniza de la que formo parte. Después de concluir esto, cosa que hacía a menudo, tomaba una piedra y la arrojaba al fondo de un río cercano. Luego volvía tras sus pasos, meditabundo, depresivo, perdido.

Aquella noche no iría a dormir Marollai en su casa de Negro; le tocaría dormir solo, sobresaltado cada vez que escuchara algún ruido. No habría suficiente vino en el mundo que le diera el sosiego que buscaba; pero quizá ese sosiego era una utopía. Llenó una segunda copa, ya de vuelta del breve paseo a lo largo del río. Siempre llevaba unos prismáticos consigo: así podía otear la vieja bodega y el establo de Thomas Wheel desde la ribera del río, ver si todo estaba en orden, y no tener que atravesar el lecho para ir a comprobarlo por sí mismo. Esto solo lo podía hacer las noches de verano; en invierno, debía pasar al menos tres noches a la semana en el rancho de Wheel. En verano, Thomas Wheel hacía la vista gorda y pasaba casi todos los días en Freeheut o en el norte, a muchos kilómetros. Ello le daba la oportunidad a Flaco de no ser riguroso en su trabajo. Pero en invierno era distinto. Debía cumplir con sus turnos, pues Wheel podía presentarse de improviso en el rancho y entonces comprobar si Flaco hacía su trabajo. Cuando en verano Flaco olvidaba los prismáticos y se veía obligado a ir hasta el rancho Wheel, se maldecía no poco. De día no había problema: incluso se encontraba de paso a muchos cazadores furtivos o a labradores que cruzaban el lecho del río para ir a sus tierras. Pero de noche la cosa cambiaba tanto que parecería no ser el mismo lugar; tal es la condición de ciertos paisajes solitarios, que durante el día son solaz para el jornalero pero que durante la noche son el hogar de bestias peligrosas. En aquella ocasión no había olvidado los prismáticos: echó un vistazo y todo estaba en orden, así que regresó tranquilamente a la cabaña, sin prisa. Cuando vio que la camioneta de Marollai tampoco dormiría esa noche allí, se dirigió diligentemente a la cocina para llenar su copa. En una hora, ya la había rellenado tres o cuatro veces, y una cierta euforia colonizó su cabeza.

Decidió salir a la calle y comenzar a aullar. No había nadie alrededor, y él tampoco quería llamar la atención, pero el vino había puesto en marcha el fogón de sus más íntimos demonios. '¡Sí, vosotros, pedazo de mierdas! Sí, la cacería...de mis-..genitales! ¡La cacería de mis genitales es una muy buena cacería! ¿Dónde está el cura? ¿Dónde están los lobos? ¡Venid a mí, cabrones, sé que os ocultáis en la maleza! ¡No os tengo miedo! ¡Jajaja, los lobos a mí! ¡Maldita sea!' De pronto, Flaco recordó que tenía la escopeta colgada en un cuartucho colindante a la cocina, donde guardaba algunas herramientas de trabajo. Un fuego malévolo se encendió en su estómago. Se dirigió sin falta a la cocina y tomó la escopeta. En efecto, una especie de animal vibraba en la oscuridad, un poco más lejos, en los lindes del bosque. Mientras caminaba hacia él, cargaba el rifle. Pudo ver unos ojos brillantes en la espesura. Sintió que su piel se erizaba. Nunca había disparado a un animal, pero en este momento se encontraba eufórico, descontrolado. '¡¿Eres tú, verdad, Lenny? ¿Eres el cura que no me deja dormir con el ruido de las campanadas, verdad? ¡TOMA UN POCO DE TU EVANGELIO!' Los disparos sonaron en el aire, en el vacío, sin tocar la carne del animal. Pero rebotaron con severidad en sus oídos, y ese rebote le otorgó también la conciencia de las dimensiones que poseía la locura que estaba cometiendo. '¿Qué...cojones hago?- pensó-. Retornó sobre sus pasos velozmente, y casi sin darse cuenta, ya estaba en el trastero colocando la escopeta en su sitio. Aún olía a pólvora. Bajó la persiana a la mitad y esperó a ver si alguien se había percatado de la juerga. Pero la noche era más negra que el vino que había bebido. El silencio se extendía hasta más allá de su corazón, tocaba sus huesos fríos, sus manos sudorosas y ansiosas. Nada había allí que pudiera haber sido testigo de su locura, de su extravío. Más calmado, encendió la televisión y poco a poco cerró los ojos, hasta quedarse dormido.  

domingo, 28 de septiembre de 2014

Lemniscata (XVIII)

                                                                         [342, 342]

Mundus est fabula

Toda narrativa es épica, toda ficción oculta e implica una epopeya.


[343, 343]

Die Brücke

Todo pensamiento es un puente. Todo pensamiento es una tensión. [También: una relación.]


[428, 428]


Symposium

Polo- ¿Cómo definirías a los filósofos, Sísifo?

Sysiphus- Como a aquellos que labran la tierra con el fin de hacerla servible para el hombre.

Polo- ¿Y a los poetas? ¿Cómo explicarías su tarea?

Sysiphus- ¡Ah, los poetas, estimado Polo! Poetas son... quienes no temen mirar de frente al sol.

[666, 666]

El logro de la forma sobre el material es el orgullo del artista- y también el orgullo oculto, no reconocido, del científico que domina con su conocimiento una región determinada de la realidad.

[1497, 1497]

Sysiphus--

Hablaron en mí los animales más incapaces, mientras en la sombra esperaban los más sabios.

                                                                         [225, 225]

Enéada

Todo concepto, marco o trazo que permite absorber la luz procedente del sol epistémico: ahí hemos logrado traducir el exceso, controlar la inmensa potencia solar del conocimiento.

[ Explicatio-
Lo que no cabe en ese dominio, lo que aún no puede construirse con los humildes marcos del conocimiento, ¿no sigues aún percibiéndolo, aún sea a la manera en que el animal percibe confusamente los diálogos entre los hombres sin poder traducirlos a su idioma? No hay nada nouménico que esté más allá de la percepción: el nóumeno solo está más allá del concepto- que no es sino la articulación inteligible de lo inmediatamente percibido. No existe nada más allá de lo inmediatamente percibido- todo lo 'susceptible de ser percibido', eso ya te llega desde la estrella solar del conocimiento, eso ya lo tienes en tus manos todo el tiempo.]


[507, 507]

El arte comienza con la palabra que se utiliza para designar al objeto. Todo es forma salvo la contemplación que tiene como fin la disolución de la mirada en el objeto.

                                                                        [508, 508]

Wachter

También nos miran los astros cuando los contemplamos con fijeza.





miércoles, 17 de septiembre de 2014

Frío

Todo cielo es frío
-no es más cálida la constelación
veraniega
que la que comienza en el invierno-

y más frío aún
allí donde ya solo nos tenemos
a nosotros mismos,

como la uva caída del carro
que ha perdido a sus hermanas
al salir de la vendimia

o la flor que resiste a la ceniza
invernal.

Miras la bóveda de hielo
y no sabes si hace más frío allí
-en torno al elegante Perseo
o bajo las cadenas de Andrómeda-

que en la calle mundana
del poblado solitario
con sus gentes oscuras:

ambos participan
de la misma gélida sustancia;

en los ojos de la anciana
la roca inerte


y azul.

martes, 16 de septiembre de 2014

Lemniscata (XVII)



                                                                        [449, 449]

Sysiphus school

La escuela de Sísifo: unos cuantos libros clásicos, un paseo matinal por las montañas, un monólogo con las piedras, de vez en cuando la lectura de una novela encontrada en el viejo almanaque de una librería anticuaria, un pensamiento de un filósofo poco o nada conocido, el tacto de una hoja que se pierde en la tormenta otoñal.


                                                                            [308, 308]


Topos ouranus

Todo en el pensamiento, [finalmente] se reduce a un problema de topología. Lo que llamamos pensamiento académico, obtiene su legitimidad no solo del rango social propio de la comunidad académica y profesional, sino también del ajuste periódico de expedientes conceptuales, heurísticos, etc, que esa misma comunidad ha consensuado como condiciones legales de la praxis. Pero eso no significa que no existan una multitud de trayectorias excéntricas, menos rigurosas que las postuladas por los profesionales y que, sin embargo, describen órbitas en el interior del cuerpo del propio pensamiento- cuyo territorio no es patrimonio solo de una comunidad histórica o socialmente dada, sino patria de una tradición trans-académica y en último término universal. En otras palabras, las rutas legales del pensamiento y su exploración no tienen copyright. Podemos imaginar una especie de topos ouranus académico, con un Sol de la academia y situar allí a sus ejemplares clásicos -Platón, Kant y Descartes- y luego trazar el resto del sistema a través de las distintas órbitas que recorren otros planetas filosóficos en torno a ese Centro Clásico. Así, en torno al Sol-Platón hallaríamos, en Mercurio y Venus, a Spinoza, a Kant o a Leibniz; en la órbita terrestre, a Schopenhauer y, más allá de Marte, astros como Nietzsche, Kierkegaard o Benjamin. En la órbita de Neptuno podrían figurar- por ejemplo- Otto Weininger, Paul Valéry o Pessoa, 'filósofos' muy lejanos ya del Centro Clásico. Y aún más lejos, en Plutón, habríamos de dar con Ludwig Hohl, con Leopardi o con Jean Gebser, con heterodoxos como Swedenborg, místicos como Eckhart, Boehme, Simone Weil o Silesius, excéntricos como Bataille y Blanchot. Pero tal distancia con respecto del Centro Clásico no disminuye un ápice el interés de sus paseos solitarios a través de la periferia de este Sistema Solar filosófico: al contrario, así como los astrónomos buscan planetas cada vez más lejanos del centro, así deberíamos nosotros profundizar en aquellos que se han perdido- o se han dejado perder- en las selvas más excéntricas del pensamiento: aquellos que han escrito bajo el brillo tenue, casi frío, que les llegaba desde la estrella más lejana para ellos: el Sol de la Filosofía.

                                                                               [309, 309]

Enéada

Fragmentos de luz, destellos de luz que bañan con tibieza nuestro escritorio-¿son poca cosa? No pueden serlo: proceden del astro más potente y luminoso.

                                                                              [315, 315]

Forma y razón
 

Lo que a partir de Nietzsche descubren los filósofos no es que la razón ya no es posible- por el hecho de que ya no sean posibles los sistemas omnicomprensivos- sino que la forma no es posible en filosofía, que es como decir que el arte no es posible en filosofía. Porque lo que liga a los sistemas desde Platón a Schelling pasando por Spinoza y las construcciones matemáticas de Eudoxo a Kepler, no es el principio de prioridad de la racionalidad, tanto como el principio de armonía y belleza como trasunto último- como prueba ontológica- de la verdad de la razón expuesta allí. Lo que garantiza la verdad del sistema es la armonía geométrica del mismo; lo que el sistema puede postular como criterio último de su verdad es la elaboración armoniosa de los elementos y su unidad íntima. Lo que otorga la fuerza última al sistema de Hegel no es la razón auto-desplegada en su alteridad y desarrollo, sino el principio de unidad artística que impregnaba el más antiguo programa del idealismo alemán desarrollado por los jóvenes teólogos de Tübingen.


                                                                          [40, 40]

A media luz encontramos aquellas conexiones que la luz cegadora oculta a causa de su fuerza.


                                                                         [41, 41]

Palimpsesto

 Como las arrugas que ocultan la antigua piel, así cada pensamiento en este documento ha presenciado la existencia de miles de ellos que en el momento apropiado fueron desterrados, borrados, aniquilados. Toda creación es la suma cualitativa- esto es, la suma que produce cualidad- de un sinfín de aniquilaciones sucesivas.


                                                                       [42, 42]

Lo mucho en lo poco

Lo que limita en el género literario es la clase de materiales que forman sus condiciones de posibilidad: así como el Demiurgo se halla limitado por los materiales con los que trabaja, pero que podría hacer mucho más si se le dieran otros elementos, así quien trabaja un género no cesa de combatir con él, para extraer de él lo máximo posible, y tanto más heroico es quien combate con un género pobre que quien combate con lo que le otorga la máxima libertad: es por eso que el gran pensamiento es aquel que puede ofrecer riqueza inmensurable con el mínimo posible de sus efectivos. En el género literario, esos efectivos son siempre los mismos: las palabras.



miércoles, 30 de julio de 2014

Lemniscata (XVI)


[152, 152]

Two pages from Bernoulli's philosophy

El infinito es tan solo su tendencia, del mismo modo que la captación plena del objeto es solo la actividad implicada en el esfuerzo constante de captarlo.

[153 , 153]

La productividad -es lo que salva a la actividad humana consciente de ser simplemente una vulgar patología.


[170, 170]

Prometheus / Sysiphus

El que quiere producir ha de conjurar los demonios de la forma- la unidad que exige una fuerza de atracción elemental a fin de reunir en torno a sí los más diversos componentes de lo real- el constructor que se comporta como el Demiurgo ha de luchar constantemente con la materia bruta a fin de darle una forma, una guía, un sentido; el que quiere conocer, realiza sin embargo la operación contraria: se pierde en sus objetos- en la especificidad y singularidad que exige para sí cada ente en sus relaciones íntimas e irreductibles-; el que quiere transformar realiza la síntesis perfecta entre el productor y el conocedor: pues para él todo conocimiento se realiza en el acto de la producción.

[171, 171]

No hallaremos forma en las 'producciones' de la conciencia contemplativa que no esté ya previamente en la naturaleza- quien pone como su fin la 'mera' contemplación no puede aspirar jamás a lograr una unidad superior bajo la que pueda determinarse el ser de los elementos que la forman. La verdadera contemplación debería coincidir en sus hallazgos con la mera constatación de lo que ofrece el mundo en su inmediata observación.

[-1185, 1185]

Marx, Wittgenstein

Debido a la influencia de la filosofía de Hegel, Marx concibió, quizá, la praxis como una extensión de la razón- nunca se puso en duda, en todo caso, que el mundo era cognoscible, y esa apertura epistemológica a la totalidad del mundo era la cláusula que legitimaba su transformación-; nosotros preferimos pensar, con Wittgenstein, que el mundo tiende trampas a la racionalidad- estas trampas transforman contextos simbólicos o formas de vida mediadas lingüísticamente en enigmas- y que lo que obtura a la razón solo puede- cuando puede- resolverse a través de una intervención práctica, material, sobre el problema- Es decir, que la filosofia práctica no es una extensión de la razón especulativa, sino lo que- bajo ciertas circunstancias- puede resolver los problemas que aquella implica.

[-1186, 1186]

Todo pensamiento es -también y, sobre todo- su historia. Lo que él recibe de la tradición intelectual en la que crece y lo que ha enfrentado como parte de la acción intelectual del sujeto al que pertenece, con esa tradición. Pero la obra oculta esa historia, cuando en realidad lo más interesante es hacer manifiestos los lazos que hicieron real su devenir. La razón es que esa manifestación y la estética no se llevan bien. Y toda obra rinde su tributo a esa estética que la convierte en producto digerible para la mandíbula intelectual.

[-1187, 1187]

Con el sacerdote no se tienen razones, se tiene el presidio' (Nietzsche). Las luchas políticas pueden dirimirse, dado el caso, con argumentos. Las luchas metafísicas, sin embargo, son- han de ser!- cosas relativas al mazo y a la espada.

[-1188, 1188]

Todo es el arte de lograr la forma en medio del desgaste, el envejecimiento, el devenir que se desarrolla hacia el punto en el que al fin dejamos de ser.






sábado, 19 de julio de 2014

Lemniscata (XV)

                                                                     [256, 256]

Symposium-

El Productor- Te respeto. Pocos pueden habitar, como tú lo haces, las cumbres nevadas y las cuevas solitarias. Pero debo luchar contra ti. En cierto sentido, eres mi enemigo. ¿Cómo podría yo legitimar mi amistad con alguien como tú? Otros más grandes que tú bajaron de las montañas para predicar en las plazas de los pueblos. Te insto a que tú también lo hagas.

El Eremita- ¿Por qué te justificas? Camina y punto, si es que crees que debes hacerlo. Solo te pido que me permitas permanecer en mi cueva. ¿O destruirás también mi casa, como hizo Fausto con Filemón y Baucis?

El Productor- No digas esas cosas tan terribles. Nosotros no queremos destruir, sino construir, edificar y no arruinar. Ya hubo quienes demolieron; nosotros surgimos del polvo para enfrentarnos a ellos, así que no debes ser tú quien tema por su vida.

El Eremita- Tu cabello largo y tu barba no saben ocultar tu juventud. Aún desconoces tus poderes. Hablemos dentro de diez años; te esperaré aquí con mi vara y con mis posesiones, las mismas que siempre tuve, las mismas que siempre tendré. Me encontrarás en aquella piedra, mirando al sol, como de costumbre. Escucharás el canto de un pájaro y entonces sabrás que estoy allí, esperándote.

El Productor- ¡Así sea, anciano! Volveré aquí dentro de una década, y entonces comprenderás que no hay más sabiduría que la de tratar de hacer mejor el mundo, y que ante eso es poco el simplemente dedicarse a contemplarlo.

El Eremita- (Sonríe y traza un círculo en el suelo con su vara).

[108, 108]

Tentación de la forma- Platón- ajustar los fenómenos del mundo físico para que los axiomas se conserven impolutos- si los movimientos de los planetas han de ser circulares y uniformes, ¡introduzcamos todo tipo de hipótesis geométricas que justifiquen la imperfección que vemos en los cielos! Así toda actividad humana- la forma sobre la mera extensión. Nada más insatisfactorio que el desorden para el alma artística del ser humano. El arte como forma, la forma como arte. La ciencia no puede sucumbir a la tentación de la forma. La literatura, por el contrario, tiene la fortuna de verse obligada a ello.


                                                                          [109, 109]

Pensamientos errantes- es decir, pensamientos planetarios.


[110, 110]

Lo difícil es sentirse a gusto en lo ilimitado.

[111, 111]

Symposium-

Sysiphus- Mi movimiento eterno coincide con el reposo absoluto. ¿No lo ves? En el castigo he encontrado la perfección que todo artista anhela.

Prometheus- ¿Qué te separa de aquello en lo que existes? ¿Donde está tu medida, tu forma, tus límites? No sé con quién hablo.

Sysiphus- Fui aquel que quiso reunirse con la piedra.

Prometheus- Solo sé del cambio y la transformación constante.

Sysiphus- Todo cambio es apariencia e ilusión.

Prometheus- Hay un Fuego Inicial y un Fuego Final.

Sysiphus- Todo es vientre y piel de una misma madre.

Prometheus- Solo el fuego podría alumbrar una oscuridad tan honda.

Sysiphus- No puedes ver corrupción y generación en mí. Soy un astro, una ley, inmutable e imperecedero. Sin rastro, absuelto del espacio y el tiempo. No hay en mí anhelo ni inquietud.

[112, 112]

El camino de la ciudad a la cueva no se recorre en el mismo día.




miércoles, 16 de julio de 2014

Lemniscata (XIV)


                                                                      [133, 133 ]

Máquinas agrícolas- Los métodos analíticos de Marx y la pulsión clarificadora de la filosofía de Wittgenstein son precisamente como herramientas de trabajo capaces de introducirse en las selvas de las ideologías, de las oscuridades, de los enigmas, promesas de conquista y roturación territorial. Estos métodos no establecen- de todos modos- un campo liso, llano, diáfano, de una vez por todas. El viento arroja a su paso semillas sobre los campos desbrozados, semillas que con el tiempo comienzan a crecer, a anudarse con sus semejantes, a complicar el suelo. La conquista virtual del enigma es el motor de toda máquina desbrozadora- un enigma que como absoluto pertenece a la esfera de la estructura del cosmos, mas que como sujeto que exhibe también una forma fenoménica es objeto de nuestro trabajo, de nuestras fuerzas y nuestra acción, que solo es útil si es al mismo tiempo incombustible.

[359, 359]

Paradoxa- Paradojas del hombre prometeico: su aparente exceso – la hybris de Alejandro, la destrucción de las iglesias ortodoxas en la URSS a manos de Stalin, el afán conquistador napoleónico, los canales y puentes que obsesionan al Fausto de Goethe- implica al mismo tiempo la actividad de un restablecimiento de la justicia (Anaximandro) en el mundo- es decir, surge como fuerza opositora a un desequilibrio del que nace precisamente aquella fuerza-.

[345, 345]

La taberna de Sísifo- Somos los que, a través de la figura y la medida, quisimos evocar el sentimiento que causa la presencia-incomprensible- de lo infinito e ilimitado.

[284, 284]

Tesis anaximandrinas-

Tesis 1- El mundo -en sus términos abstractos- está dividido- el desajuste natural que existe entre la acción humana y la naturaleza es primitivo, originario. El mundo tiende al desequilibrio porque conserva, desde su inicio, un desequilibrio- p ej, el rico tiende a hacerse más rico, el pobre cada vez más pobre, la inteligencia humana tiende a separarse continuamente con respecto de la naturaleza circundante, etc-.

Tesis 2- la acción humana es la responsable de restituir la justicia que reequilibra de nuevo el mundo (restitución de la justicia en Anaximandro). Pero, al contrario que en Anaximandro, el mundo no se equilibra por sí mismo- es la acción humana quien, a través de su esfuerzo, puede restituir el equilibrio en el mundo. Es la intervención material en el mundo la que puede reequilibrar la composición de los elementos existentes en el mundo.

Tesis 3- La condición ontológica del mundo (el desajuste originario) no es inmutable- puede ser reestablecido, aunque siempre de forma incompleta, siempre a través de secuencias temporales finitas, etc- El equilibrio se pierde en el momento en el que la acción humana deja de intervenir en su materia-

Tesis 4- La restitución de la justicia desde el punto de vista de la economía del cosmos es siempre la restitución del desequilibrio desde el punto de vista de la acción humana.

Tesis 5- La restitución de la justicia desde el punto de vista de la acción humana es la restitución del equilibrio en los asuntos del universo.




lunes, 7 de julio de 2014

Lemniscata (XIII)


[-1182, 1182]


Rutas manchegas- El sentido común asigna el mayor peligro a la ciudad- es allí donde, a fin de cuentas, la estadística sitúa los índices más elevados de aquellas causas que, propias de la urbanidad, generan mayor ansiedad y mayores causas de mortalidad. Por el contrario, el campo debería ser ese espacio de libertad, tranquilidad y sosiego que permite reincorporar el espíritu escindido a su unidad primigenia: el retorno a la Madre Naturaleza debería aportar aquellos elementos fundamentales de nuestro ser que el dominio del mundo y la civilización han abortado. Pero esto es una falacia, una vez que se tiene contacto real con las cosas que suceden en los pueblos. En el pueblo la presencia de la policía es meramente testimonial: la soledad que permite la contemplación purificadora de los cielos es también la que utiliza el ladrón para introducirse de soslayo en nuestra casa; la conservación de las estructuras arcaicas de la sociedad no solo garantiza un patrimonio común y una estabilidad para el individuo, sino que arruina el contrato de civilidad que sancionaba el ojo por ojo y las pasiones atávicas; es por eso que aquí un hombre puede caer bajo el fusil de un hermano, por rencillas o cuestiones familiares. El peligro de las fábricas modernas, donde el obrero puede caer de un andamio o inhalar un gas mortífero, no existe en los plácidos viñedos manchegos. A cambio, aquí mueren un número indeterminado de personas degolladas o aplastadas por tractores, lo que no parece admitir una solución fácil. La dialéctica no solo penetra la esencia abstracta de las cosas- rige también aquellas que parecerían por principio no aceptarla. La visión plácida de la campiña es solo un mito urbano, que no comprende que el infierno carece de puertas impermeables. La brutalidad inmediata del mal urbano ocultó durante mucho tiempo la existencia de un provinciano pero riguroso Leviatán.

[18 , 18]

Ontologia generalis- El espíritu es la forma inconsciente del foso de barro que lo nutre.

[22,22]

De profundis - Era una noche fulgurante. Yo y ella, dos lunáticos sin duda, únicos observadores de un cielo tan majestuoso como solitario- ahora entendía aquellos bustos clásicos que representaban a los héroes y a los dioses: se trataba de la soledad de la magnificencia. Una melancolía sublime desgarra las cabezas de los dioses en sus gloriosas estatuas. Quizá también era ese rostro el de un Diocleciano que veía caer su lejana, amada Roma. Hablamos infatigablemente durante horas, y a cada palabra dábamos un trago. A partir de cierto instante, comprendimos que beber más no incrementaría nuestra lucidez. Entonces decidí marcharme. A lo lejos, ella permanecía como siempre: fausta, ingrávida, absoluta. Así son las piedras con las que me gusta conversar.

[-1184, 1184]

Orpheus Imago- En un sueño comprendí que no morimos tras la experiencia de la muerte, sino que existimos en una especie de vida de segunda categoría y habitamos cuevas claustrofóbicas, de barro húmedo, y allí, tumbados, casi asfixiados, esperamos unos 800 años hasta volver a nacer en nuestra vida anterior- es decir, hasta que volvemos a vivir la primera de las vidas otra vez. Es el Eterno Retorno, pero cruzado por un Limbo asfixiante tal que, al menos en el sueño, era un millón de veces preferible desaparecer en la nada antes que acabar allí.

[-885, 885]

La esencia de la Idea está anudada, de forma terrible, oscura e intangible, con la contingencia más obscenamente carnal y temporal.

[-985, 985]

Wittgenstein: hay que callar.
Blanchot: No es posible callar.

[-986, 986]

Hay un derecho a reivindicar la utopía y lo imposible. Ese derecho tiene sus raíces en el deseo de hacer justicia a la razón.

[62, 62]


El misterio atrae porque el misterio nos aleja de la repulsión que nos produce toda imagen desvelada.





miércoles, 2 de julio de 2014

Lemniscata (XII)


                                                                           [357, 357]

Antropología- La mutilación o transformación de nuestra naturaleza no solo no es una cosa contraria a ella misma, sino precisamente lo que garantiza la esencia de su ser.

[355, 355]

Nuestras camas no pueden ser lechos estelares, sino esterillas de forraje extendidas sobre el suelo de un establo.

                                                                         [293, 293]

Desajuste espacio temporal- esa diferencia entre tiempos que consigue convertir nuestros horizontes en algo inalcanzable para nosotros- dicho de otro modo, es imposible estar a la altura de las exigencias y de las soluciones que anhela el entendimiento, es imposible combinar nuestra existencia temporal y singular con los horizontes en los que esa existencia suele plantear su esencia, su centro, su razón de ser.

                                                                        [294, 294]

Tiemblo ante la helada majestuosidad de las estrellas, como me arrodillo ante el poder vertiginoso del océano.

[295, 295]

El goce de aniquilar nuestros propios productos, es el mismo goce con el que recolectamos los mejores de entre aquellos.

[296, 296]

Y en el principio era el verbo- Vine a sembrar el terror entre mis propias ovejas.

                                                                          [297, 297]

Cosmos Sysiphi- El cosmos de las verdades universales no es caliente como la tierra, ni parlanchín como los sofistas que llenan el ágora, ni familiar o acogedor. Ese cosmos es frío, frío como la estrella más lejana que podamos divisar en el cielo en una noche de verano- un sistema mecánico de elementos de los que no hay rastro de nada humano, sino esa majestuosidad fría y ese brillo que protagoniza las cosas que a la vez acongojan y hacen temblar al corazón.

[299, 299]

Las grandes verdades no suelen decirse en voz alta. Hay que buscar bajo las piedras y en el interior de las cuevas para hallar a sus profetas sobrenaturales.

[358, 358]

Alpha Centauri- La luz del astro lejano me amonesta a causa de mi anhelo por descifrar el ser.