lunes, 24 de febrero de 2014

Niebla



Ver es difícil

-decía Wittgenstein en alguna parte,
quizá-

pero ver en la niebla

es aún más difícil.


El sueño de la noche apaga

el vértigo


hasta que penetra

la luz del nuevo día.


Lo malo de la niebla

no es la incapacidad para ver

-lo que llamamos la ceguera-


pues todavía está por demostrar

la existencia de hombres lúcidos.


Lo malo de la niebla

es no poder hablar

-las manos atadas con cuerdas

o selladas con postigos,

la lengua helada como un hierro-


y esperar el gesto

que nos salve


o al menos nos lleve

hacia nosotros mismos,


en un idioma

que no pueda hablar


el frío.



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