sábado, 8 de marzo de 2014

De pájaros hambrientos



Un hombre con la camisa abierta

monta guardia sobre un montón de ceniza


y ahuyenta a los pájaros

que vienen a comer sobre sus pies

-húmedos y encharcados en el barro-.


Es lo mismo que hoy sea

el día con el que se inicia

la primavera

o el primer día de invierno

cargado de lluvias frías.


Arroja un palo de hierro

sobre una montaña de chatarra

y ve en ella un Nanga Parbat nevado

o un hito en la siniestra escombrera

de los actos humanos.


Con dolorosa certeza

comprende que ha encontrado


una tumba para sus pájaros hambrientos.



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