De vez en cuando
sucede
-mas cada vez parece
algo nuevo-
en esta ocasión
puede ser un hombre
desgarrado
por la desgracia
que se agarra a una
botella
y pide ayuda con el
amargo
desconsuelo
del que sabe que
nadie
vendrá en su
auxilio
en otra ocasión
puede ser ese viejo
amigo
que parecía confuso
y por fin ha
terminado
sus días envuelto
en oscuras
tormentas
que no puede
explicar
mas también grita
en la calle
o charla consigo
mismo
como esos seres
lúcidos o locos
que hacen un arte del monólogo
un último día
quizá sea esa
muchacha
que tan joven conoce
ya demasiado bien
qué mierda
es la vida
y embarazada pide
una limosna
en el centro
comercial
-a su lado el
mendigo
la acosa y la
violenta
con su puño
ensangrentado
y su ira
incomprensible-
Solo algo en común
tienen estas escenas
cotidianas
que desgarran
el cordón tranquilo
de la simple
existencia:
en ellas siempre
aparece
un policía o un
hombre
uniformado
que intenta con
violencia
devolver la pieza
errante
a su trayectoria
correcta.
No comprende
que esos seres
que llamamos hombres
y mujeres
son planetas de
órbitas
excéntricas.
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