En la orilla
de ese mar de
muertos
al que llaman Ganges
levanta el sadhu
la sagrada pira
con el alimento
de su cuerpo.
Shiva mira desde el
otro lado
esta ofrenda a la
ceniza
puesta sobre
cabellos trenzados
y un altar de
arcilla
y huesos.
No es muy distinta
esta filosofía de
la que muchos
profesamos;
unidad en la materia
y recuerdo constante
de la muerte
son nuestra llaga
y nuestra guía en
este blanco
pedregal.
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