'Mirábamos
con desprecio los mil picachos, los diez mil ríos', dice en un poema
el argonauta Mao-Tse Tung. Se trata de un ánimo increíble ante la
agonía sin fin de la Larga Marcha: 'vencido el último desfiladero,
sonreían los tres ejércitos'. El Helesponto o el nudo gordiano son
solo trámites en el objetivo de aquellos empeñados en quebrar los
límites de lo posible. Las cuerdas de la materia tiemblan en sus
fundamentos cuando el atizador se blande con valentía sobre ellas.
Es la sabiduría de Virgilio 'la fortuna favorece a los valientes',
pero también la capacidad de ver lo oculto tras la niebla, la
esencia bajo la engañosa rotundidad de la apariencia. 'Todo es caos
bajo las estrellas; la situación es inmejorable', dice también Mao,
hablando sin duda en su lenguaje marxista-leninista, pero en cuya
prosa asoman también los destellos de una de las fuerzas más
poderosas de la actividad humana: la capacidad de rebelarse contra lo
dado, la intuición de que una más elaborada, perfecta y justa
expresión de la materia aguarda bajo el velo del presente. Es el
epos del que ni siquiera puede descolgarse un materialismo con
implicaciones prácticas y emancipatorias; lo vemos tanto en el
filósofo que lucha por desarmar los poderes de la muerte en su
buhardilla solitaria –'la naturaleza debe quemarse como el áve
fénix para aparecer como espíritu' (Hegel)-como en el marxista que
se levanta contra los
poderes demiúrgicos del Capital- ambas son luchas atravesadas por la
lanza de lo que puede llamarse 'metafísico', si por tal entendemos
una fuerza, una potencia, que trabaja por incrementar los poderes
y virtudes de la materia-a fin de hacer visible lo invisible,
vivo lo que de forma inmediata se nos aparece inerte, significativo
lo que por sí solo está destinado al abismo del sinsentido y la
locura: 'todo es caos bajo las estrellas, la situación es
excelente'. Quien ahí habla no es solo un dirigente o un estratega,
sino un lector de la materia, de sus duplicidades, riesgos,
posibilidades, debilidades y fortalezas: un lector que quisiera realizar -a toda costa- su traducción más excelente.
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